Después de unas vacaciones de verano que se me han hecho demasiado cortas y de pasarme todo el verano queriendo actualizar el blog -aunque no lo he hecho porque no tenía ideas-, al final se me ha ocurrido que podría hacer una mini-crónica de mi tercer año de carrera.
Como sabéis, estudio el Grado en Traducción y Mediación Interlingüística en la Universitat de València, una institución que no es muy nueva en cuanto a estudios de traducción se refiere. Antes estaba disponible estudiar el 2º ciclo de Licenciatura, pero implantaron el Grado el año que yo entré. Así que todavía están verdes en algunas cosas, sobre todo en lo concerniente a las asignaturas de lengua, pero me gustaría que esto fuera una crítica constructiva, no solamente ponerme a decir los "defectos" de mi tercer año estudiando allí, sino también dar(me) cuenta de que no todo ha sido tan malo como parecía.
Empecé el año inesperadamente, pues este 2013 me iba de Erasmus a Bélgica, pero al final mi sueño de la infancia se truncó y tuve que volver corriendo a matricularme en la UV. Este año era el primero que tendríamos optativas y supuestamente podíamos matricularnos de las que quisiéramos (dentro del plan de estudios) pero a la hora de la verdad las habían dividido entre 3º y 4º, por lo que, en un principio no podía coger prácticas en empresa; así que me matriculé en Traducción General catalán-español, Traducción General español-catalán y Lingüística Contrastiva de francés.
Esto no me desanimó, porque en 1º dimos una asignatura de Lingüística Aplicada a la Traducción (¿aplicada a qué?) y aunque no tuviera mucho que ver, me gustó y pensaba (ingenua de mí) que debía seguir por ese camino.
Por lo que mi matrícula quedó de tal manera:
- 1er Cuatrimestre: Francés 5, Alemán 3,Traducción General catalán-español, Pragmática y Mediación Interlingüística y Traducción General Alemán 1.
- 2º Cuatrimestre: Francés 6, Alemán 4, Traducción General español-catalán, Traducción Especializada Francés 1, Lingüística Contrastiva.
Como he dicho antes, el mayor problema que veo en el Grado (dejando atrás las "asignaturas chorra" de 1º, que bien podrían ser útiles si se enfocaran de otra manera) son las asignaturas de lengua. ¿Por qué? El primer inconveniente es que dábamos 4 horas a la semana en las que nos mezclábamos con otras carreras de filología. Bien es sabido que no son iguales los conocimientos que se exigen en lengua para un filólogo que para un traductor, pues este último debe tener unos recursos más específicos para poder elaborar su tarea. Además, el nivel de francés no era igual para todos: en nuestra carrera nos exigían un "conocimiento avanzado" mientras que en otras carreras la barrera no estaba tan clara.
Por tanto, como nuestro nivel no era homogéneo, los profesores decidieron empezar Francés 1 con un nivel A2 y finalizaríamos las clases de lengua (Francés 5 y Francés 6) con un B2. Las personas que, como yo, dimos francés desde 1º de la ESO tuvimos la "suerte" de conocer el contenido gramatical desde Francés 1 a Francés 5; pero no todos tenían esa ventaja. Además hay que añadir que se daban por sabidos muchos aspectos de la lengua, como la práctica oral o algunos aspectos gramaticales. Así que había como una "doble moral": empezamos desde un A2 pero en clase no estudiamos, solamente corregimos ejercicios que debías entender y realizar de manera autónoma.
A lo mejor pensáis que fue un caos, pero la historia empeoró en Francés 6 porque la profesora era nativa y los alumnos de último curso de filología (que por supuesto sabían hablar francés perfectamente).
Por lo menos en alemán no me ha ido tan mal. Comencé a estudiarlo en 2º y desde la primera clase hemos tenido profesores que nos hablaban en la lengua de Goethe. Empezamos a estudiarlo desde cero: Alemán 1 y 2 con nivel A1 y en 3º Alemán 3 cambió a A2 y Alemán 4 a B1. Las clases eran dinámicas, también de 4 horas a la semana, aunque íbamos más rápido. También nos mezclaban con otras carreras pero entre que todos teníamos la misma base y que no había mucha gente, podíamos avanzar mejor.
La dificultad que hemos tenido ha sido con la asignatura de Traducción General Alemán 1, porque fue en el primer cuatrimestre de 3º, cuando solo habíamos dado el nivel A1 y lógicamente para traducir bien es necesario un conocimiento mayor de la lengua. Así que en muchos casos ni San Google nos salvaba. Esta asignatura ha sido todo un reto pero también he aprendido mucho en cuanto a búsqueda de información.
No tuve tanta suerte con Traducción Especializada de Francés, si bien ha sido una asignatura en la que he aprendido cómo NO se tienen que hacer las cosas. Se nota cuando pasas de traducir textos periodísticos a textos económicos, legislativos o políticos. Y todavía se nota más cuando la docencia no tiene formación traductológica. Hemos llegado a traducir un término de 5 formas diferentes en un mismo texto sin tener conocimientos previos del tema de la traducción e incluso en una ocasión tuve que compartir recursos con la profesora (que luego me animó a compartirlos con mis compañeros) para afrontar una traducción porque no sabíamos cómo hacerla bien y ella no se había molestado en buscar. No me molestó el hecho de compartir información, sino la desorganización de la asignatura. Sé que no es culpa de la profesora, pero son cosas que se deberían mejorar en nuestra carrera, aunque, como he dicho antes, aun así he aprendido.
Lingüística Contrastiva ha sido decepcionante. Nos pasamos todo el cuatrimestre leyendo la teoría del libro y haciendo los ejercicios de traducción inversa. No me gustó porque literalmente leíamos del libro, no se explicaba de otra manera y cuando llevas años sin tocar la gramática hay conceptos que cuestan. Me pareció útil porque así empezábamos a tocar algo de inversa, más bien como ejercicio para comparar una lengua y otra pero sin duda creo que se podría haber mejorado muchísimo. Creo que de verdad podríamos haber aprendido algo, aunque también estuviéramos con los alumnos del último año de filología y ellos tuvieran más soltura que nosotros (porque han dado más asignaturas relacionadas con este tema).
Sin embargo no todo es agridulce. Puedo decir que dos de las mejores asignaturas que he tenido este año son las Traducciones Generales de español y catalán. Al principio pensaba que sería fácil porque llevo estudiando catalán desde Primaria y se parecen mucho, pero he aprendido a no subestimar ninguna de las dos lenguas.
Traducciones que parecen fáciles se vuelven complicadas por el estilo del autor o por algunos referentes culturales que no se comparten. ¿Lo más difícil? Intentar traducir refranes y frases hechas. ¿Lo más divertido? Ver que no se parecen tanto como creías. También dimos un repaso por todos los géneros textuales, hicimos algunas traducciones creativas (recuerdo el examen final que era un texto narrativo escrito en catalán, todo en monosílabos, algo imposible de hacer en español. Debíamos elegir entre la forma o el sentido y al final creo que pude conseguir el equilibrio) y aprendimos a reconocer los distintos tipos de errores del traductor.
Y Pragmática ha sido una de esas asignaturas que me han gustado, pero que no tenían que ver en principio con la traducción. Más bien estudiamos diferencias entre culturas (por ejemplo, que los afroamericanos ven positivo expresar sus sentimientos y peticiones de una manera más directa que los americanos, pero los japoneses no suelen mostrar directamente sus deseos).
En definitiva, ha sido un año complicado y lleno de cambios. Ha habido asignaturas que me han parecido mejores que otras por los contenidos o por la manera de dar la clase, pero también me he dado cuenta de que existe una gran diferencia cuando el profesor tiene una formación traductológica y cuando no. Pero no puedo negar que he aprendido mucho (en lo personal y en lo profesional), hasta de lo que no me ha gustado.
¡A ver qué experiencias me depara cuarto!